Solo espero

 

 

El sol caía por la ventana y yo todavía seguí encerrada en mi habitación, no sabía cuanto tiempo más debía esperar. La espera se me hacía eterna, y a eso se le podía añadir la soledad del momento junto con la ansiedad que sentía por no poder estar ahí.

La ventana seguía abierta porque yo sabía que de un segundo a otro él llegaría, por eso el viento se colaba por las cortinas y hacía que mi pelo se moviera a su compás.

Mis manos jugaban con el ruedo de mi vestido, su color blanco era perfecto, me había dejado encantada al momento en que entre en la tienda para comprar uno adecuando para esta noche.

Esta noche, la noche que llevaba esperando desde que tenía memoria, pero claro no la había soñado así, en mi mente era diferente, pero la realidad era mucho mejor. La felicidad que se sentía porque fuera como estaba siendo hasta el momento era mucha.

Cada cinco segundos corría la cortina para mirar la entrada de mi casa, por si algún cambio se producía en ella, pero nada sucedía. Todo igual. Luego de eso, miraba mi reloj, y al mismo tiempo mi teléfono para ver si recibía algún mensaje que me dijera el por qué se su tardanza.

Me estaba impacientando, ya que él  nunca tardaba tanto, y menos en ocasiones como estas, siempre estaba a horario, nunca un segundo más tarde. El sonido que producían mis zapatos cada vez era más molesto, pero eso no me importaba, iba de un lado al otro de mi habitación, notando que a cada minuto que pasaba se hacía más pequeña.

El sonido de mi teléfono me saco de mi pesadilla momentánea, lo cogí rápidamente de mi silla y atendí rápidamente, no tuve tiempo a hablar porque una voz desde el otro lado comenzó a gritar.

Al segundo que dejé de oír esa voz, mi celular resbaló por mis manos y calló al piso, al mismo tiempo que sentía como mi cuerpo se desvanecía desplomándose en el piso de mi habitación para quedar allí tendido a la espera que el sol se escondiera del todo en el horizonte para dejar paso a una larga noche de espera.